Capítulo 59
El aroma del café recién hecho llenaba la cocina mientras Irina revolvía lentamente su taza, sentada frente a Leone en la isla central. Era una mañana aparentemente tranquila, de esas raras en las que el silencio no pesaba, sino que acariciaba todo a su alrededor. Gail jugaba en el jardín con Nonna y Teresa como todas las mañanas, mientras ellos dos se robaban miradas y sonrisas cómplices. Sin embargo, la calma duró poco tal cual como lo habían previsto, ya que el teléfono de Leone vibró sobre la encimera y la pantalla mostró el nombre del abuelo: Auguste.
— Buenos días, abuelo — dijo Leone, contestando con un tono no tan relajado.
— Lamento arruinarles el desayuno — fue lo primero que dijo Auguste, con una voz que lo decía todo — Ya se ha publicado la noticia. Los titulares de todos los diarios no hacen más que hablar del tema y la noticia del pasado de Irina en el club Zafiro está en boca de todos.
Al escuchar la noticia por el altavoz, Irina sintió cómo se le helaba la