Capítulo 52
Irina y Leone se retiraron hacia la oficina sin decir una sola palabra más. El aire a su alrededor parecía haber ganado densidad luego de lo ocurrido. Así que al cerrar la puerta de la oficina principal, Irina se apoyó en el borde del escritorio con ambas manos, aún temblorosa. Leone, por su parte, atento como siempre, se mantuvo cerca observándola con una mezcla de preocupación y ternura. Él solamente frotaba suavemente sus manos sobre sus hombros, dándole esa sensación de cariño y protección que ella necesitaba.
Antes de que pudiera decirle o preguntarle algo, la puerta de la oficina volvió a abrirse y el señor Maurizio Miles entró con paso lento, pero firme. Su expresión era indescifrable, aunque sus ojos se fijaron en Irina con una intensidad que la obligó a mantenerse erguida. Ese hombre era tan importante como el abuelo Auguste.
— ¿Ya se fueron? —preguntó Leone, refiriéndose a los padres de Irina y su padre asintió con la cabeza.
— Hace tres minutos y avisé a seguri