NO TODO ES PERFECTO.
Punto de vista Mérida
Maldita la hora en que mi hijo se separó de Samantha. No soportaba la idea de que estuviera con una mujer como Valeria, y mucho menos que fueran a traer al mundo a un bastardo que manchara el nombre de nuestra familia.
Al salir de la oficina de Marcelo, sentí las miradas de todos los empleados sobre mí, pero ninguno se atrevió a decir una palabra. Todos me respetaban, no era para menos: yo era la fundadora de esta empresa. Si quisiera, podría despedirlos a todos en un abrir y cerrar de ojos. Me dirigí directo a la oficina de Samantha. Estaba frente a su computadora y, al verme entrar, se levantó rápidamente. Siempre me había admirado.
—¿Qué te pasó, querida Mérida? ¿Por qué estás llorando? —me tomó de la mano y me ofreció consuelo.
—Marcelo, hija, hemos perdido a Marcelo. No sé qué hacer... va a tener un hijo con esa pordiosera.
Samantha abrió los ojos como platos, palideció de inmediato, me soltó la mano y comenzó a hiperventilar.
—¿Un hijo? ¿Están juntos? ¿De