Pude ver la tensión en los ojos de Kany. La mujer que se encontraba delante de ella se notaba que era distinguida y cada cosa que tenía encima se veía demasiado costosa.
—¿Acaso te piensas quedar callada? Pensé que te ibas a sentir feliz al verme después de tantos años.
—No tengo nada que decirte, ahora te pido que me dejes tranquila y te vayas —el tono de Kany fue tranquilo, pero podía percibir el nerviosismo en ella —. Y no deseo que nadie se dé cuenta de que me encuentro aquí, ¿Lo has entendido?
—Está bien, gran señorita Al-Qamar.
Aquella mujer hizo una reverencia ante Kany y salió del salón, el silencio fue pesado y yo me sentía totalmente ajena a lo que estaba pasando.
—¡Claro! —mi estilista gritó con gran entusiasmo como si hubiera encontrado una mina de oro —¡Es usted! Ya se me hacía conocida…
—Ni una sola palabra —la voz de Kany fue firme, no dejó espacio a las negociaciones —, simplemente siga haciendo su trabajo y limítese a eso.
La Kany que mis ojos miraban en estos momento