Mateo salió de la habitación de Rocío, ella miró la espalda ancha del hombre y sonrió con tristeza. La empleada que se encontraba a su cargo miró esto y su sonrisa fue de complicidad.
—El señor Mateo es un buen hombre, las mujeres no les faltan como puede imaginar y es muy cortés con ellas. Pero hasta el momento solo he visto que se ha tomado muchas molestias solamente con usted, señorita Rocío.
—¿Es en serio? —Rocío miró directamente a la empleada —no entiendo el motivo por el cual debe de comportarse así, no soy nadie especial.
—Pues ante los ojos del señor Mateo no es así, y también soy consciente de que él para usted es alguien especial. No tiene nada de malo enamorarse, incluso si es de los patrones.
—Hay niveles sociales y yo no pertenezco al mundo del señor Montessori, debes de ser consciente de ello.
—Puede ser que ese sea el pensamiento que tienen muchas personas que son más afortunadas a nivel económico, pero no es el pensamiento del señor Mateo. Él es un buen hombre que no