La confesión de Zayd me sorprendió, sabía bien que esto le había tomado mucho esfuerzo. Miré su rostro para ver si cambió de alguna manera, pero no era así, seguía siendo impasible.
—¿En serio no te soy indiferente? —pregunté con curiosidad —, porque por un momento pensé que sí era así.
—No me eres indiferente, si así fuera no me hubiera casado contigo. Ahora, por favor, espero que aceptes mis disculpas y ya no digas nada más.
Solamente asentí y el resto del viaje fue en total silencio. Luego de un buen rato llegamos a una residencial que era conocida por ser una de las más exclusivas de la ciudad y era bastante nueva.
—Me estoy quedando en esta casa, antes me había quedado en un apartamento junto con mi hermana, pero dadas las circunstancias tuve que cambiarme.
—¿Qué circunstancias?
—Mi matrimonio contigo, en el apartamento solamente habían tres cuartos y uno de ellos era para la servidumbre. No pensaba meter a mi esposa en el cuarto de las empleadas, así que tomé la decisión de comp