Mundo ficciónIniciar sesiónVICTORIA:
Allí estaba ella. Vestida con su abrigo rojo intenso, sus botas con restos de nieve y esa expresión de calculada suficiencia que siempre traía consigo. Ana entró en el restaurante, y cada movimiento suyo estaba marcado por una confianza desbordante; sus ojos se clavaron en mí antes de recorrer, sin prisa, a Ricardo y a Carlos.
—Sabía que no me equivocaba —continuó con una sonrisa que tenía más de desafío que de cordialidad. Ricardo mantuvo su postura serena, no movió ni un solo músculo de su rostro mientras seguía bebiendo del chocolate caliente. Su rodilla, aún presionando la mía, se mantuvo firme; su contacto era la única ancla en este escenario que ya parecía fuera de control. Carlos fue el primero en hablar, levantó una mano llamando a Ana. Era ridículo, como si hiciera falta que le i






