VICTORIA:
Otra vez estaba en la cama, en los brazos de mi falso esposo Ricardo. La tormenta seguía arreciando junto con los truenos y rayos, lo que hacía que me acurrucara más contra su cuerpo. ¿Podría vivir así toda mi vida? Me preguntaba mientras terminaba por apoyar mi cabeza en su pecho, sintiendo una seguridad que me desconcertaba. Siempre que estaba a su lado lo sentía.
El ritmo constante de su respiración me envolvía, aunque en mi mente seguía oliendo a peligro. No entendía por qué me sentía tan tranquila cuando él estaba cerca. ¿Era simplemente mi manera retorcida de buscar refugio en la persona que más me confundía en este mundo? —Victoria… —susurró de pronto. No respondí de inmediato. Me quedé ahí, con mi cabeza sobre su pecho, intentando descifrar las vibraciones de