71. DÍAS GRISES
RICARDO:
Dejé a Victoria en la habitación con su terquedad. Algo me decía que ella me ocultaba algo, pero no podía obligarla. Caminé por el pasillo del hotel rumbo al elevador con la intención de bajar al centro de seguridad para empezar a ver qué se necesitaba. El trabajo, para mí, siempre ha sido la manera de calmarme y me permite pensar.
Manteniendo mi paso firme, llegué al elevador, pero justo antes de presionar el botón para bajarme, vi a Matías Castellano salir de una habitación contigua. El detalle no habría sido relevante, pero al cruzar nuestras miradas noté su actitud evasiva, como si tratara de ocultar que me veía.
—Ricardo Montiel —saludó, forzando una sonrisa que no llegó a sus ojos.
Decidí no mostrar sospecha, aunque su postura rígida y el modo en que apretaba el móvil en su mano me parecía extraño. ¿Qué se traía entre manos? ¿Qué hacía en el hotel de la familia Montenegro?
—Matías Castellanos —respondí con calma, analizando cada movimiento.
Él dio un paso hacia el el