58. MÁS ALLÁ DE UNA CENA DE NEGOCIOS
VICTORIA:
Sentía que esta cena era un total fracaso, con Ricardo a mi lado manteniendo una expresión indescifrable, con las mandíbulas muy apretadas, como si el hecho de haber asegurado que él estaba conmigo por mi dinero lo hubiese ofendido. Volví a tomar una copa de champán y, antes de que me lo pudiera impedir, la bebí de un golpe.
—¿Vas a seguir poniendo en riesgo a nuestro hijo? —me espetó furioso en mi oído mientras me quitaba la copa—. Hasta no estar seguros, no debes ser tan irresponsable. Vamos a sentarnos a hablar de negocios.
—¿Qué hijo? No estoy embarazada —contesté en el mismo tono, mientras le sonreía a todo aquel que me felicitaba hipócritamente.
Mi mano instintivamente se posó sobre mi vientre. La sola posibilidad de estar esperando un hijo de Ricardo me provocaba sentimientos contradictorios: terror ante la idea de tener un lazo permanente con un hombre que me despreciaba, y una extraña calidez al imaginar una parte de él creciendo dentro de mí.
El salón re