50. DE REGRESO A LA VIDA
VICTORIA:
Abro los ojos lentamente mientras la luz del amanecer se filtra por las cortinas de mi habitación. Mi mano busca instintivamente el otro lado de la cama, pero solo encuentro las sábanas frías y arrugadas. Ricardo se ha ido, y no supe cuándo. Mejor así, pienso. Menos mal que solo dormimos. No se sobrepasó y ese hecho me sabe agridulce.
Me incorporo, sintiendo un vacío en el estómago que nada tiene que ver con el hambre. Sobre la mesita de noche encuentro una nota escrita con letra apresurada: "Perdón, Isabel me necesita. Nos vemos en la empresa."
—Siempre Isabel —murmuro para mí misma, arrugando el papel entre mis dedos.
Me levanto y camino hacia la ventana, observando la ciudad que comienza a despertar. La noche anterior había sido tormentosa, había llorado en sus brazos hasta que me quedé dormida. Me dirijo al baño, evitando mirarme en el espejo. No quiero ver reflejada mi propia debilidad. Mientras el agua de la ducha cae sobre mis hombros, recuerdo sus palabras de ano