26. UNA SITUACIÓN EMBARAZOSA
Me separo lentamente del beso, todavía desconcertada por lo que hemos hecho. Aunque no puedo ver su mirada en la oscuridad reinante de este clóset, me imagino cómo me destroza con ella. No digo nada; permanecemos en silencio unos segundos más, asegurándonos de que los pasos se alejan por completo hacia la planta superior. El momento de intimidad que compartimos me llena de vergüenza y quisiera borrarlo por completo, mientras la realidad de nuestra situación vuelve a imponerse.
—Los papeles tienen que estar en el despacho —susurro, tratando de alejarme de su cuerpo, sin lograrlo—. Es donde Carlos coloca todo; estoy segura de que querían encerrarme allí.
—Esperemos un poco más —murmura él, entreabriendo con cautela la puerta del armario—. Deja que se concentren en lo suyo, unos minutos más.
—De acuerdo, pero vamos a caminar hasta la puerta —contesté, deseosa de escapar de ese clóset que nos obligaba a estar pegados más allá de lo que deseaba. Salimos sigilosamente y nos dirigimos al des