VICTORIA:
El sonido del timbre de la puerta hizo que me pusiera de pie y saliera casi corriendo sin escuchar la respuesta de Ricardo, quien se había quedado mirándome fijamente como si no pudiera creer que yo le estaba casi exigiendo sacar a Isabel de su vida. No sé por qué le había dicho eso; no entendía por qué me molestaba tanto escucharlo hablar y ceder ante ella.
—Estás loca, Victoria, ¿qué demonios te pasa? Es su novia —me regañé en lo que caminaba lo más rápido que pude. —No puedes impedirle que esté con ella, aunque se case contigo falsamente.Tenía que aguantarme; él tenía su vida y yo no tenía ningún derecho para impedirle nada. Debían ser las emociones que aún tenía revueltas por la traición de mi exesposo Carlos lo que ahora me hacía no querer a ninguna de es