Trilogía Carluccio: Libro 1. Una madre para mi hijo. Libro 2. El padre de mis hijos. Libro 3. El hijo de la reina de la mafia. Salvo al hijo de un mafioso importante de Italia de un posible asesinato sin saber que esto pondrá mi vida de cabeza, pero ¿Cómo escapar de un hombre que desde el primer momento que vi me robo la respiración? Sin contar que este no me quiere dejar libre, él quiere que de ahora en adelante yo sea Una madre para su hijo. ¿Qué es capaz de hacer una mujer despechada por conseguir el amor de un hombre? Pero ¿qué sucede cuando no es una mujer sino 3? Un asesinato y 3 sospechosas. ¿Quién será la culpable? Una historia llena de traición, mentiras, secretos y venganza, pero sobre todo de amor verdadero. **AVISO IMPORTANTE Estimado lector para mayor comodidad tuya los tres libros podrás encontrarlos en uno solo. Gracias por tu comprensión.
Leer másLilibeth Domínguez
Voy camino hacia una cafetería muy linda que encontré ayer en Orvieto, Italia es un lugar muy tranquilo y me gusta, tiene poco más de una semana que me mude aquí ya que en mi país no tengo nada que me retenga. Después de la muerte de mis padres me sentía tan sola que necesitaba buscar una nueva aventura, pero nunca pensé que lo que viviría en los siguientes días sería más que una aventura.
Salgo de la cafetería con un delicioso helado cuando veo a un hombre que me corta la respiración, está sentado, pero puedo deducir que mide más de un metro ochenta, es fornido, ojos azules que destacan sobre su piel bronceada sobre todo con ese cabello negro azabache y la mujer que lo acompaña es hermosa en toda la extensión de la palabra, cabellera rojiza, de piel blanca, alta y de buen cuerpo, ya que desata las miradas de todos los hombres que pasan por ahí, nuestras miradas se encuentran unos segundos y siento como un vuelco al corazón, pero yo soy la primera en desviar la vista y después sigo mi camino.
Hace dos días de mi primer encuentro con aquel hombre y aún no puedo olvidar esos hermosos ojos al igual que esos labios que parecían invitar a besarlos, estoy en la misma cafetería de ese día grabando un pequeño video para subirlo después a mis redes sociales ya que no me gusta hacer lives, cuando detrás de mí escucho muchos disparos y por lo fuerte de estos deduzco que es un arma de alto calibre, todas las personas comienzan a correr y gritar tratando de protegerse, al mismo tiempo que se escucha el chirrido de una camioneta, me agacho y cuando estoy a nada de salir corriendo como los demás, puedo darme cuenta que todos los impactos de bala iban dirigidos contra esa camioneta lujosa que está a solo unos pasos de donde me encuentro, sin previo aviso se abre la puerta trasera y veo como una mujer bañada en sangre se cae sosteniendo algo en sus brazos.
Estoy a punto de dar media vuelta cuando ella repara en mí y me mira con unos bellos ojos verdes suplicando mi ayuda y como la tonta que soy no dudo en acercarme a ella, se levanta un poco y veo un bebé de aproximadamente unos cinco meses en sus brazos, ella ha estado tratando de protegerlo todo este tiempo, no sé si él está herido ya que llora con todas las fuerzas de sus pulmones, me lo entrega y me dice algo que no logro entender ya que no sé italiano, después de esto se arranca una cadena de plata de su cuello la cual me entrega, intenta alejarme con sus manos ya que puedo escuchar el ruido de varios autos tratando de llegar al lugar donde nos encontramos, doy media vuelta y salgo corriendo de ahí no sin antes darle una mirada a esa mujer que ha dado su último respiro.
Corro entre las calles vacías ya que todos se han alojado en locales o en sus casas para mantenerse a salvo, cuando estoy a una distancia prudente y creo que nadie me sigue me doy a la tarea de revisar al bebé que llevo en brazos, éste sigue llorando, pero afortunadamente esta ileso, me quito mi chamarra y envuelvo con ella al pequeño. Después de aproximadamente una hora de caminar sin rumbo no sé a dónde dirigirme si a mi pequeña habitación de hotel o entregar este bebé a las autoridades no quiero meterme en problemas y menos siendo una turista.
He decidido llevarlo a las autoridades cuando escucho a mis espaldas unos gritos de hombres y el ruido de al menos cinco camionetas, el miedo me invade y creo que son los que están detrás de este bebé por lo que no me queda de otra que correr nuevamente, solo he avanzado unos cuantos metros cuando una camioneta me cierra el paso, pienso que es nuestro fin, se baja de la parte trasera un hombre pero por los nervios no lo reconozco así como por las lágrimas que escapan de mis ojos, las cuales me nublan la vista, me veo rodeada de varios hombres con armas largas, por fin cuando este hombre se planta delante de mí, me doy cuenta que es el mismo hombre de hace dos días y mi alma se me cae a los pies.
Nuevamente me encuentro en el cementerio, un lugar ya tan recurrente para mí, que mi pecho se oprime ante la pérdida que estoy afrontando en este momento, bajo la mirada y observo la rosa blanca que sostengo en mi mano, mientras siento como una lágrima traicionera escapa de mi ojo, con la misma mano que sostengo la rosa me apresuro a limpiarla, dado que sé que a la persona que ahora despido no le gustaría verme en ese estado.Después de cinco largo años Giuseppe Lombardi, se despidió de nosotros para reencontrarse con su hijo, a quien ha añorado después de todos estos años y si no fuese porqué mi madre se convirtió como en una hija para él, la tristeza que se decía lo embargaba hubiese acabado con él antes de tiempo.Observo a mi alrededor y tanto mi madre como mis hermanas están destrozadas ante su pérdida, pero sé que también se encuentran tranquilas de haber estado para con él en sus últimos días de vida. A mi lado, tomándome de la mano como siempre lo ha hecho hasta ahora se encue
Bajamos por el ascensor tan rápido como podemos y cuando llegamos al estacionamiento me encamino sin perder tiempo a una de las camionetas que aún permanecen aquí.—No tardaremos en llegar, está a unos treinta minutos de aquí —les informo subiendo a la camioneta y abrochando mi cinturón para después pisar a fondo el acelerador.El camino hasta mi antiguo hogar se pasa en un parpadeo y cuando llegamos al lugar, veo que solo unas cuantas paredes han permanecido en pie a lo largo de todos estos años, apago el motor y tomo una de las armas que se encuentra debajo del asiento.—Quiero que permanezcan aquí, hasta que llegue Bellini y Flavio.—No lo haremos, dijimos que te acompañaríamos y eso haremos —me contradice Yasha con los dientes apretados.—De ninguna manera, se quedarán aquí hasta que el resto de mis hombres llegue.Bajo sin darles tiempo a replicar, traspaso las rejas que se encuentran abiertas y no he dado ni dos pasos cuando unos hombres se paran frente a mí, disparo mi arma, pe
YelizavetaPoco a poco abro mis ojos y me siento un poco desorientada sin saber dónde me encuentro, sacudo mi cabeza y cuando logro enfocar mi mirada observo todo a mi alrededor, dándome cuenta de que estoy como en una especie de bodega abandonada, pero por extraño que parezca estoy sola o al menos eso creo.Todo es tan confuso que cada que intento recordar que ocurrió me duele un poco la cabeza, cuando al fin a mi mente llegan pequeñas escenas de lo que sucedió está mañana, un escalofrío me recorre por completo, todas esas camionetas cerrándonos el paso, los hombres de papá intentando protegerme, así como los del bombón que venían detrás de nosotros y aquella chica, gritando mi nombre antes de recibir ese golpe y perder el conocimiento.Intento tocarme la cabeza que fue donde recibí el fuerte golpe que me dejo inconsciente, pero me doy cuenta de que estoy amarrada a una silla, cuando estoy por moverla escucho unas voces desconocidas.—La golpearon muy fuerte —grita un hombre seguido
Alexandre —Jefe, aquí afuera se encuentra el señor Belucci quien insiste en hablar con usted —me informa uno de mis hombres, dejo los documentos que estoy leyendo un tanto confundido por la visita del padre de Liza.—Déjalo pasar, por favor. —Mi hombre se hace a un lado y veo pasar al señor Belucci bastante molesto, mira de un lado al otro como si estuviese buscando a alguien hasta que finalmente centra su mirada en mí.—¿Dónde está Yelizaveta? —inquiere molesto.—Lo siento suegro, pero Liza y yo no quedamos en vernos, no la he visto desde hace días.—E-eso no puede ser posible, ella me comentó que vendría a verte y salió al medio día de casa y es hora en que no ha regresado. —Observo la hora en mi computador y me doy cuenta de que pasa de la medianoche, por lo que tiene más de doce horas desaparecida, me levanto de golpe de mi asiento y tomo mi celular e intento comunicarme con ella—. No contesta, lo hemos intentado desde hace horas —expresa con un ligero temblor en su voz.—¿Por qu
Alexandre —Desde hace varios días actúas un poco extraño, ¿qué te preocupa Alexandre? —inquiere Flavio en cuanto se percata de mi semblante.Giro mi silla, lanzo un hondo suspiro y observo toda Liguria en un intento por mi mente de tantos problemas, después de una pequeña pausa decido hablar.—Hace días alguien exploto un barco del padre de Liza, al parecer tenían un cargamento muy valioso que estaba por salir a Rusia, esto supuso una gran pérdida tanto para mi suegro como para su socio.—¿Y eso en que te afecta? —inquiere Bellini—: ¿no me digas que el muy desgraciado se atrevió a culparte? —brama furioso.Sin poder evitarlo comienzo a reír, cuando giro mi silla nuevamente para quedar de frente a ellos niego con la cabeza.—¿Por qué no me sorprende que pienses eso de mi suegro?—Será porque el muy imbécil es capaz de eso y más —se defiende Bellini fulminándome con la mirada.—Solo porque no está Liza te daré la razón, pero frente a ella nunca lo haré, así que ya sabes Bellini guarda
Yelizaveta En cuanto subimos a la camioneta del bombón para dirigirnos a su mansión, escucho como sus padres comienzan a discutir en voz baja con la intención de pasar desapercibidos.—Se puede saber, ¿por qué no interviniste Massimo? —inquiere la señora Lilibeth y por la forma en la que habla, me doy cuenta de que está un poco molesta con su marido.—Fierecilla, tú lo estabas haciendo de maravilla, no me necesitaste en ningún momento. Además, me encanta verte en ese modo de mamá gallina —responde el señor Massimo, dándole un pequeño beso en los labios, de inmediato giro mi rostro para que no piensen que estoy de entrometida, pero aun así continúo escuchando su plática.—No me gusta la forma en que se dirige a Alex —expresa bajando un poco más su voz.—Lo sé fierecilla, pero Alex lo acepto en todo momento y no le dijo nada, ¿qué podemos hacer nosotros? Nada.—No es tu culpa cariño —murmura el bombón enredando su brazo en mi cintura, al parecer no soy la única que los escucho discutir
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