Bajamos por el ascensor tan rápido como podemos y cuando llegamos al estacionamiento me encamino sin perder tiempo a una de las camionetas que aún permanecen aquí.
—No tardaremos en llegar, está a unos treinta minutos de aquí —les informo subiendo a la camioneta y abrochando mi cinturón para después pisar a fondo el acelerador.
El camino hasta mi antiguo hogar se pasa en un parpadeo y cuando llegamos al lugar, veo que solo unas cuantas paredes han permanecido en pie a lo largo de todos estos años, apago el motor y tomo una de las armas que se encuentra debajo del asiento.
—Quiero que permanezcan aquí, hasta que llegue Bellini y Flavio.
—No lo haremos, dijimos que te acompañaríamos y eso haremos —me contradice Yasha con los dientes apretados.
—De ninguna manera, se quedarán aquí hasta que el resto de mis hombres llegue.
Bajo sin darles tiempo a replicar, traspaso las rejas que se encuentran abiertas y no he dado ni dos pasos cuando unos hombres se paran frente a mí, disparo mi arma, pe