A MERCED DEL DINERO. C269: Tal vez podamos ayudarte.
Marfil se quedó inmóvil. Sus ojos buscaron los de él por un instante, pero luego se desvió hacia el piso, en lo que una punzada le atravesó el pecho.
Lo entendía. Por supuesto que lo entendía. Lo profesional debía prevalecer. Mezclar asuntos personales en aquel entorno sería un grave error, y revelar que alguna vez fueron marido y mujer sería más que un escándalo; sería un obstáculo.
Pero aun así, no pudo evitar sentirse un poco herida, tal vez por la frialdad con la que Richard había dibujado la línea entre ellos.
—No debiste insistir en acompañarme a la enfermería desde el principio —comentó, pero se arrepintió de haberlo dicho, pues pensó que estaba actuando de manera infantil—. Digo, tienes razón, estoy de acuerdo, así que evitemos el contacto prolongado.
Richard se quedó callado, para luego asentir.
—Bien —dijo sin rodeos—. Ya debemos volver a la reunión. Cuida ese dedo.
—Gracias —respondió ella.
Richard fue el primero en salir de la enfermería. Marfil, por su parte, se quedó un