A MERCED DEL DINERO. C172: No me diste a elegir.
—Además —añadió Marissa con voz trémula—, todavía sigues enviándote mensajitos con ella. Encontré uno en donde te pedía que la llamaras. ¿Y sabes qué hice, Lucas? Fui al registro de llamadas. Busqué. Y efectivamente, lo hiciste. La llamaste.
En un movimiento brusco, Marissa alzó el brazo y le arrojó el celular. El aparato impactó contra el pecho de Lucas, cayendo después a la cama haciendo un rebote. Él bajó la vista, incrédulo. Su celular había estado en manos de Marissa. ¿Desde cuándo? ¿Cómo?
—¿Revisaste mi celular? —preguntó él, aún atónito, sin saber bien si sentía rabia, miedo o simplemente derrota.
—¡Y menos mal que lo hice! —exclamó—. Menos mal, Lucas. Porque si no lo hacía, si no lo revisaba, jamás me habría enterado de que estás casado con ella. Jamás. ¡Porque tú no fuiste capaz de decírmelo!
Lucas se levantó de la cama con la intención de aproximarse.
—Marissa, escúchame —indicó él y dio unos pasos hacia ella con el propósito de tomarla de los hombros con delicadeza para po