Adara sonrió; aquella era la mujer que había marchado intencionadamente por el pasillo hacia el altar con un vestido blanco, y ahora llevaba puesto uno de color negro; le quedaban más que claras las intenciones de aquella millonaria que la miraba como si fuese superior.
—Lo siento, pero no lo permito, planeo pasar toda la noche con mi esposo señorita Lenar, ahora, si nos disculpa, nuestro primer vals aun no termina y, por cierto, amo su vestido negro, la hace lucir estupenda. — respondió Adara sorprendiendo a Dante quien sonrió.
—Señorita Lenar, aprecio su saludo, pero tal y como dice mi esposa, si nos disculpa, es nuestro deseo pasar el resto de la velada juntos. — dijo Dante aun sujetando a Adara.
Halia apretó los puños, y tomando una copa de champagne de uno de los meseros, la alzó ante Dante y apretó los dientes.
—Tiene razón señor Dante, brindo por usted…y por su matrimonio con esta mujer sin apellido prominente. — dijo Halia en voz alta para ser escuchada por todos.
Fingiendo un