No fui capaz de procesar sus palabras. Era como si hubiera perdido la audición durante unos segundos.
—¿Qué dices…? —hablé, incrédula.
Intenté retroceder, bajarme de la camilla, pero ella tomó mi muñeca.
—No, escúchame, por favor —Respiró profundo, resistiendo las lágrimas—. Yo soy la culpable de que él te haya tratado tan mal, que te tenga tanto odio, ya que no eres su hija. Cómo tú, yo fui vendida a mi esposo, pero por un precio muchísimo más bajo, casi regalada. Y yo no quería ese matrimonio, así que hui, tal y como tú lo hiciste. Solo que yo lo hice cuando ya estaba casada. Y en medio de ese escape… conocí a un hombre. Uno que me gustó mucho, pero lo nuestro no se pudo dar. La suerte no estuvo de mi lado y volví a caer en las redes de Federico. Para ese momento, yo ya estaba embarazada de ti, Kiara. Desde que estuviste en mi vientre supe que serías una bebé fuerte, resistente. Pero Federico se dio cuenta de que ese bebé no era suyo y fue cuando todo se vino abajo. Él te hizo pas