••Narra Kiara••
Abrí la puerta de la habitación de hospital, encontrándome a mi madre sentada en la camilla, viendo por la ventana.
—¡Mamá! —grité sin darme cuenta, corriendo hasta donde ella estaba.
Ella volteó justo cuando salté a la camilla. Me acurruqué contra su pecho y ella no dudó en abrazarme.
Esto se sentía tan bien. Su olor, su tacto. Ya habían pasado varios años desde la última vez que pude abrazarla de esta manera, acurrucarme con ella. Siempre fuimos nosotras dos, en la mansión de mi padre, apoyándonos. Y ahora estábamos aquí, las dos, lejos de esa prisión, lejos de mi padre, bajo la protección de mi esposo.
Creí que nunca lo lograríamos. Que pese a todos nuestros planes, que ambas estuviéramos fuera de esa mansión era como un sueño.
—Mi niña, cuanto te extrañé —Me acarició la mejilla con una de sus manos.
Noté la intravenosa que sobresalía de su piel.
—¿Segura qué estás bien, mamá? —Me separé un poco, para poder verla mejor a la cara—. ¿No fue nada grave?
—No, mi a