Primero, no sabía cómo armar una maleta de viaje. Nunca había viajado. Ni siquiera cuando me casé tuve necesidad de hacer una maleta, ya que desde el primer día de matrimonio, Alexander me dio todo. Mi padre no se molestó en mandar ninguna de mis pertenencias. Algo me dice que las botó, pero jamás le pregunté.
Okey; ropa interior, cepillo, servilletas… ¿Servilletas? Bueno, mi instinto dice que las metas, así que lo haré, a pesar de no saber para que las podría usar.
Me metí a Google e investigué el clima de ambos lugares, ya que según me comentó Alexander, iríamos a Niza y Paris. En Niza, al parecer la temperatura habitual era templada. Ni mucho frio, ni mucho calor. Pero en París, la historia era muy distinta. Hacía frío en esta época del año.
¡Un clima frío! Era increíble. Siempre he vivido en esta ciudad costera donde el sol parece jamás cansarse. Y para una chica albina como yo que siempre busca huir del sol ya que a pesar de usar bloqueador, me daba miedo desarrollar cáncer, m