Capítulo 35: ¿Divertirnos?

Al día siguiente, estaba despierta desde temprano, incluso antes que Alexander, quién dormía con una serenidad muy rara en él. Él mayormente es calmado. Calmado estilo: “Si quieres perturbar mi calma te quiebro el cuello”. Pero en estos momentos su vibra calmada decía: “Mi calma es inquebrantable y nada puede cambiar eso”.

Me bañé y vestí con un suéter gris muy acolchado, unos jeans de corte alto y unas botas para nieve. Aunque aún no ha nevado, pero me gustaría estar preparada. Claro, si es que acaso me dejan salir de la habitación. No iba a negarlo, estaba asustada de que Alexander se levantara, se arreglara y saliera sin mí, encerrándome en esta habitación de hotel.

Esperaba que no fuera el caso. De lo contrario, creo que lo terminaré amenazando con arrojarme de la azotea con tal de que me saque de aquí. Necesitaba experimentar. Estaba en París y lo único que había hecho era romper una reliquia de uno de los museos más importantes de Europa y adquirir una deuda verbal de cientos
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