Mundo ficciónIniciar sesión—Mierda. Estoy toda sudada otra vez —suspiró C cuando él al fin retrocedió y dejó su cuerpo.
Stu rió por lo bajo, volviendo a abrazarla y frotándole la espalda. —Y yo necesito una siesta. Me tiemblan las piernas.
—Somos dos.
—Estamos jodidos, nena.
La sintió estremecerse cuando la llamó así, la cara escondida contra su cuello. Le acarició el cabello alborotado con dulzura.
—Ven, vamos a la piscina a desayunar —le dijo suavemente.
Pero cuando la enfrentó, vio sus ojos llenos de preguntas, dudas, temores, incomprensión. C intentó disimularlo, asintiendo con una sonrisa al tiempo que le permitía apartarse de ella. Pero Stu no se movió. Le sujetó la cara con ambas manos y la observó por un largo momento.
Sus labios se fruncieron en una sonrisa triste. Se preguntó cómo explicarlo sin lastimarla. Cómo ser honesto sin exponer su egoísmo tan brutalmente. Cómo dar con las palabras exactas que no abrieran un abismo entre ellos. Porque no soport







