Decidió que lo mejor era ir paso a paso, con la actitud que imaginaba que ella esperaba de él, entre cómplice y sarcástica.
—Ya veo. El tipo te recordó a Masterson de joven, y la psico-groupie tenía que echárselo.
—Si no tengo al verdadero Masterson a mano, me veo obligada a hacer lo que puedo con lo que encuentro.
—Eso es patético.
—Entonces déjame terminar, porque se pone mejor.
—Veamos.
—Te decía que tuve que arreglarme con lo que encontré ya que Stewie Masterson no andaba cerca. Porque sólo echarme al mismísimo Masterson me hubiera permitido dejar de pensar en ti, pendejo. Y ni siquiera estoy segura de que eso hubiera funcionado.
Sus palabras lo aplastaron contra el respaldo de la silla. Se acordó de volver a respirar, dio un largo trago a la cerveza, prendió otro cigarrillo. Como les sucedía siempre, los sonidos de uno provocaron que el otro hiciera lo mismo. De modo que C tomó un buen trago de cerveza y prendió