Mundo ficciónIniciar sesiónPor supuesto que me emborraché esa noche. Y hablé, me reí y bailé como una desquiciada. Porque si me daba un respiro, me descubría pendiente de lo que mis sensaciones me pudieran decir de vos. Y no quería saber nada de vos. Nunca más.
Fue la primera vez en mi vida que al día siguiente no recordaba todo lo que había hecho. Sé que volví tarde porque Nahuel, que por suerte no había venido, ya se había ido a dormir. Tal vez ya era de día. No lo sé. Y no tengo idea de quién me llevó a casa, ni como llegué a desvestirme y acostarme.
Desperté pasado el mediodía con una resaca enciclopédica. La cabeza se me partía de dolor, no aguantaba luz ni ruidos, tenía el estómago revuelto, tiritaba, me lagrimeaban los ojos, me zumbaban los oídos. Pocas veces en mi vida me sentí tan mal, aunque en ese momento me venía de perlas, porque tanto malestar físico me impedía atender a mis sentimientos.
Nahuel había arreglado para juntarse con sus compañeros de escuela, con serias







