Capítulo 45. Elena Vespera
El helicóptero llegó en el crepúsculo. No aterrizó en la pista principal, sino en un claro oculto, a dos kilómetros de la sala de guerra. Lucifer, apoyado en Bruno y con el brazo derecho colgando inútil, esperaba en la tenue luz. El dolor de su hombro era un recordatorio constante de su fracaso; la llegada de esta figura era el recordatorio de su deuda más profunda.
La figura que descendió del helicóptero no era una socia de la mafia o una agente. Era una mujer. Su cabello castaño oscuro, que una vez fue el mismo tono que el de Liana, ahora tenía hebras plateadas, y los años de anonimato habían grabado líneas de dureza alrededor de sus ojos. Pero el porte, la fuerza indomable de su barbilla, era inconfundible.
Era Elena Vespera. La madre de Liana.
Lucifer no había visto a Elena en más de diez años. Su existencia había sido un secreto tan bien guardado que incluso dentro de la Casa D’Angelo, se creía muerta. La había mantenido oculta, lejos de la guerra, para cumplir el acuerdo sel