Capítulo 41. Realidad
La libreta de tapa dura era áspera bajo las manos de Liana. El nombre de la familia Petrov subrayado con trazo grueso no le había dado miedo, sino una punzada de pánico helado, el mismo que sentía cuando era niña y escuchaba gritos tras las puertas cerradas. El refugio ya no era seguro; era un punto de encuentro, una trampa cuidadosamente cebada.
Se sentó sobre el suelo de madera fría, pasando las páginas de la libreta, que no era un diario, sino un testamento de su madre, Elena Vespera, lleno de advertencias y códigos, escritos hace más de diez años, antes de desaparecer.
14 de Septiembre.
El trato está hecho. El Dragón se cree dueño de mi alma, pero mi esposo ha sido más inteligente. Le dio al patrriarca de los D’Angelo lo que quería (la información sobre las rutas del Este) a cambio de la promesa de anonimato para mi hija, aunque aquello también es una farsa. El Dragón cree que puede poseerme, pero yo solo me debo a mi niña.
20 de Noviembre.
Me reuní con Petrov. Es un animal