Solo pensar en esa posibilidad le provocaba un escalofrío. La situación podría volverse realmente complicada.
Marcus también entrecerró los ojos, percibiendo el giro incómodo de los acontecimientos.
—¿Qué pasa? ¿No te atreves? ¿Crees que puedes hacer lo que quieras solo porque tienes dinero? —se burló Polly con una sonrisa venenosa—. Todo se resolvería si simplemente abres su bolso.
Rubí respiró hondo. Estaba atrapada. Si se negaba, parecería culpable. Pero si el pendiente realmente estaba allí, sin saber cómo, sería imposible defenderse. Y con tanta gente presente…
—Revisen las cámaras de seguridad —intervino Marcus con una sonrisa helada—. Señorita Brighton, sería conveniente que pensara en las consecuencias para su familia antes de cruzar ciertos límites.
—Este es un evento privado, señor Maxwell —replicó Polly, desafiante—. Las cámaras del hotel no están encendidas hoy. No intentes ganar tiempo.
Rubí volvió a tensarse. ¿Qué debía hacer ahora?
La multitud crecía a su alrededor. La