Rubí se quedó en silencio, sin saber cómo reaccionar. Las palabras de Dylan deberían haberla conmovido por completo. Y, de hecho, lo hicieron… pero en el fondo, algo la inquietaba. ¿Marcus le había dicho eso a Dylan para que desarrollara un apego emocional hacia ella? ¿O simplemente porque quería que entre ellos hubiera un lazo genuino? ¿Y él? ¿Qué sentía en realidad?
—¿Mami? ¿No estás feliz? —preguntó Dylan con preocupación al notar su expresión.
—Claro que sí, estoy muy emocionada —respondió Rubí con una sonrisa—. Me hace muy feliz que me quieras tanto.
Habló con naturalidad, y esa palabra —“mamá”— salió de sus labios como si siempre la hubiese llevado consigo. Dylan, contento, se acercó y le dio un beso en la mejilla.
Una vez finalizada la mudanza, Marcus llevó a Rubí y a Dylan a Barrington Manor. Criadas y asistentes los siguieron, transportando las últimas pertenencias. Durante el trayecto, Rubí y Dylan se acomodaron en el asiento trasero del vehículo, disfrutando del paseo.
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