Rubí esbozó una ligera sonrisa antes de decir con naturalidad:
—Sin embargo, hay algo que me intriga, señor Maxwell.
—Adelante, señorita Gibson —respondió Dereck, dándole paso con gesto amable.
—Estas pinturas… —Rubí paseó la mirada por las obras colgadas en la sala— ¿no deberían estar en un museo?
Dereck guardó silencio unos segundos antes de replicar con tono neutro:
—Entonces, ¿ya habías visto algunas de ellas?
Rubí asintió ligeramente mientras fruncía el ceño con gesto reflexivo.
—El año en que ingresé a la universidad, mis padres me llevaron de viaje por Europa. Recuerdo haber visto la Mona Lisa en el Louvre, aunque no tuve la suerte de encontrarme con el Retrato de Arnolfini.
—¿Y dirías que la versión del Louvre es superior a la que ves aquí? —insistió Dereck, sin apartar la vista de ella.
Rubí titubeó apenas un instante, luego dijo con cortesía:
—¿Le importaría si la observo de cerca?
Dereck asintió con un gesto de la mano. Aunque Rubí sospechaba que su anfitrión tenía otros mo