Rubí bajó la mirada y examinó los documentos, escritos en ingles. Frunció el ceño, confundida.
—¿Qué es esto? —preguntó, sin comprender.
—Es maquillaje para ti —respondió Marcus con naturalidad, como si se tratara de un simple obsequio.
Rubí lo miró perpleja.
—¿Maquillaje? ¿De qué tipo de maquillaje estamos hablando?
—Ábrelo y lo sabrás —dijo Marcus, con una seguridad incuestionable.
Rubí obedeció con cierta desconfianza. Al leer la marca, sus cejas se arquearon de asombro.
¿Estas no son las tres principales marcas de cosméticos del mundo? Su desconcierto creció. Pasó las páginas con rapidez hasta llegar a los datos de adquisición. Entonces alzó la vista, boquiabierta.
—¿Tú… compraste las tiendas de estas tres compañías?
—Sí —respondió Marcus, intentando parecer despreocupado, aunque sus ojos la observaban atentamente, en busca de alguna reacción.
Rubí se quedó sin palabras.
—Tú…
Marcus, esperanzado por su expresión, pensó que quizá el consejo de Anna había funcionado. Pero ella no pa