Rubí lo miró con inquietud.
—Entonces... ¿quién crees que está detrás?
Marcus respondió con confianza:
—Si no me equivoco, fue mi madrastra.
—¿Melisa? —Rubí abrió los ojos sorprendida.
—Sí —asintió Marcus—. Es más astuta de lo que aparenta. Ha acumulado una buena cantidad de acciones de mi padre, incluyendo participación en la gestión del hotel. Si quisiera manipular desde adentro, sobornar a alguien del personal y dar órdenes, no le resultaría difícil.
Rubí se quedó pensativa.
—Entonces… ¿de verdad fue ella? ¿Pero por qué haría algo así?
Marcus frunció el ceño y una sombra cruzó su rostro.
—¿No es evidente? Quiere ensuciar mi imagen, hacer que mi padre pierda la confianza en mí y ganarse el apoyo de los accionistas más conservadores del Grupo Maxwell.
—¿Pretende usarte como chivo expiatorio? ¿Expulsarte del grupo? —preguntó Rubí con preocupación creciente.
—No lo conseguiría tan fácilmente —negó Marcus con seguridad—. Estas maniobras no bastan para sacarme, pero sí pueden complicarme