—No lo había pensado… yo… —Rubí murmuró, apartando la mano que aún cubría su boca.
Pero antes de que pudiera terminar la frase, Marcus se inclinó de repente y selló sus labios con un beso intenso y arrebatador. Su mano grande se posó en la nuca de Rubí, impidiéndole retroceder o resistirse. La intensidad del gesto la dejó sin aliento.
Unos segundos después, Marcus la soltó.
Rubí lo miró con los ojos muy abiertos, se limpió la boca con furia y se levantó de golpe, retrocediendo varios pasos.
—¡Tú…! —espetó, visiblemente indignada.
Marcus alzó una ceja con aire provocador.
—Solo fue un beso, esposa mía. ¿Realmente es para tanto?
Mientras la observaba, sus ojos se detuvieron en los labios entreabiertos de Rubí, aún enrojecidos por el contacto. Con un gesto instintivo, Marcus se humedeció los suyos, como saboreando el momento.
Rubí tartamudeó, sintiendo el rostro arder. La intensidad de su mirada era tan penetrante que parecía capaz de desnudarle el alma.
Justo entonces, la voz de Gavin i