Alexander, sumido en una profunda desesperación en su oficina, llamó rápidamente a los Beaumont. Diana tomó la llamada, sorprendiéndose de que Alexander la estuviera contactando. Pensó que algo malo había pasado, fue lo primero que cruzó por su cabeza.
—Dime, Alexander, ¿cómo estás?
—Señora Diana —se dirigió Alexander, estaba llena de urgencia y había desesperación—, Quiero que sepa que Valeria ya se ha enterado de la verdad. Ella sabe que Isabella Beaumont es su verdadero nombre, y lo sabe por culpa mía. Ha sido un descuido de mi parte; me escuchó a través de una llamada telefónica. Ahora que lo sabe, es probable que aparezca por su casa. Ella no sabe su dirección, pero podría averiguarla. Si se presenta, por favor, avíseme. Necesito conversar con ella, además, ella no tiene por qué irse de pronto de aquí. Yo... necesito encontrarla.
—Alexander, está bien. Ahora que estamos al tanto de la situación, entonces te vamos a llamar si sabemos algo —respondió Diana, intentando mantener la c