Sinopsis Max Hunter es un hombre que vive su vida desenfrenada en la ciudad de Los Ángeles sin pensar en las consecuencias que eso le puede traer a su imagen o a la de la empresa de la cual es CEO. Giselle Sparks es una mujer joven inteligente, dedicada a su trabajo y sin espacio en su vida para la diversión, su trabajo de relacionadora pública le ha dado el título de la mejor en su área… pero eso quedará en duda, cuando sea contratada para mejorar la posición de Max como figura pública desastrosa. Giselle se verá obligada a aceptar por culpa de un cercano. Su vida se pondrá de cabeza al tratar de ayudar a Max, porque ese hombre no necesita una relacionadora pública, sino una niñera. ¿Podrá cumplir con su trabajo o la vida del hombre le ganará a su temple?
Leer másSi hay algo que en verdad le molesta a Giselle es tener que correr.
Toda su mañana estaba planificada, organizada, pero esos imprevistos que detesta le arruinaron su día perfecto.
Ahora le tocaba irse lo más rápido posible a su cita con el senador Smith, quien había despejado su agenda para recibirla y oír su propuesta de relaciones públicas, todo orientado para mejorar su imagen, luego de los escándalos dentro del partido.
Revisa su correo, busca la dirección, la ingresa en el GPS e inicia la ruta para el encuentro con el senador.
El semáforo la detiene en una intersección que se ve casi desierta y su teléfono suena, responde solo porque es Tomy, su asistente y debe ser muy importante.
—Señor Joules.
—Señorita Sparks, acaba de llegar un correo de Lucy Hunter…
—¿Lucy Hunter? ¿La dueña de Hunter Security Solutions? —le pregunta sin esconder su sorpresa—.
—Ella misma, quiere reunirse con usted lo antes posible.
—¿Le respondiste que lo antes posible es en una semana?
—Sí, pero insiste en que quiere verla pronto, al parecer es… muy urgente.
—Mira mi agenda, ve a quién podríamos mover —mira a todos lados antes de doblar en una calle que no tiene semáforo, pero que tiene una señalética de “pare” en la calle que intercepta la ruta por donde viene—. En especial los clientes ya concretados, esos pueden esperar unos días, porque solo es para retroalimentación…
Un golpe seco impacta su vehículo, no sabe de dónde salió aquel auto, solo sabe que es otro contratiempo en su apretado día.
* * *
En otro lado de la ciudad, Max corre a su auto, porque tiene poco tiempo para llegar a la oficina. No tiene nada inmediato, sin embargo, su madre lo ha citado al mediodía y no puede llegar impuntual, porque no le gusta hacer esperar a la mujer más importante de su vida… y porque si llega tarde le halará las orejas.
Prácticamente salta al auto y comienza a comerse la ruta con una velocidad algo sobre la norma. Afortunadamente, las calles se ven vacías y no hay probabilidades de impactar…
Pero un Audi RS Q8 se le cruza, trata de frenar, pero está muy encima y termina impactando con el auto, las bolsas de aire se activan y lo dejan algo aturdido.
Giselle siente que le duele todo instantáneamente, pero se le pasa cuando se da cuenta que un BMW Z4 se ha pasado la señalización. Se baja realmente molesta, tira la puerta y camina con furia con la intención de enfrentar al tipo.
Porque es obvio que es un hombre.
Y así es.
Cuando ve que la figura de un hombre alto… muy alto, se baja del auto escarlata, ataviado con un traje de diseñador, de mirada penetrante, pero algo aturdida, siente que le tiemblan las piernas.
—¿Está bien, señorita?
—¿Que si estoy bien? ¡¿Qué si estoy bien?! ¡¡Te pasaste el alto, idiota!! ¡¡Tengo una reunión super importante y no voy a llegar a tiempo por tu causa!!
—Oye, loca del camino —le dice Max acercándose a ella, pero Giselle no se intimida—, ¿tu mamá no te enseñó a mirar a ambos lados antes de cruzar?
—¡¿Y tu papá no te enseñó a manejar?!
—Mira, no tengo tiempo para discusiones, pasémonos los datos y que los seguros se encarguen de todo.
—¡¿Los seguros?! Querrás decir el tuyo, porque yo no fui quién se pasó la señal, yo iba bien en velocidad…
—Pero no miraste a los lados… ¿y si soy un doctor que va a una emergencia? —Max se acerca un poco más a ella y Giselle queda prendada de esos ojos, pero mueve la cabeza para despertar y lo empuja.
—Aléjate de mí… debes ser uno de esos hombres que soluciona todo haciéndose el galán con la damisela en peligro.
—Tú no eres una damisela en peligro —le dice riéndose.
—Y tú no eres galán, un patán es lo que eres —saca su tarjeta y se la pega en el pecho con fuerza, Max le sostiene la mano unos segundos para recibir la tarjeta y ese leve contacto lo asusta, porque es como si todo su cuerpo reaccionara a ese pequeño cuerpo delicado—. To-toma mi tarjeta, me llamas, no puedo seguir perdiendo mi tiempo contigo.
—¿Y si no te llamo?
—Tengo tu placa aquí —le dice señalando su cabeza—. Más te vale que llames.
Lo sentencia con su dedo índice, mientras camina a su auto, se sube y se mueve con dificultad, para seguir el rumbo a la casa del senador. Le entra una llamada de un número privado y sabe de quién es, por lo que responde de inmediato.
—Senador Smith, tuve un percance, pero estaré allí en menos de diez minutos según el GPS.
—Señorita Sparks, la creí más seria.
—Lo siento, un auto me chocó, se pasó la señalética… pero ya voy llegando, el tráfico está expedito.
—Espero que sea cierto, porque mi tiempo es valioso y una excusa como esa no me parece agradable.
—Yo no tendré que decir ni media palabra, mi auto hablará por sí solo.
El senador corta la llamada y Giselle se sonríe burlona por la poca empatía del hombre.
—Viejo estúpido, con razón necesitas urgente que me haga cargo de tu imagen… «espero que sea cierto», como si chocar fuera una excusa de todos los días.
Continúa el viaje, sin dejar de pensar en ese hombre, en la sensación que le provocó poner su mano en el pecho duro de aquel dios griego. Pero, sobre todo, pensando que esa cara la conoce, que en algún momento la vio y algo le dice que verlo como un dios es una terrible idea.
Mientras que Max se ha quedado parado allí, con la tarjeta de la chica y una sonrisa boba.
—Esa es la mujer que quiero para mí, ¿dónde te encuentro… —mira la tarjeta y sonríe—, Giselle Sparks? Este debe ser mi día de suerte…
Porque precisamente esa era la empresa que su madre quería contratar para que se haga cargo de mejorar su imagen de empresario.
Se sube a su auto y sale de allí, marcándole a su madre para decirle que llegará un poco tarde por un imprevisto que ha tenido.
Su mente no deja de irse a la chica rubia, pequeña y bella. Exuda inteligencia y fuerza, algo que no se encuentra en una mujer desde… ella.
Veinte años después…—Max, deberías dejar que Amelie se las arregle sola, por algo quiso irse a Alemania para estudiar, ¿no crees? —Giselle le dice a su esposo mientras le revisa la tarea a Jamie, su hija menor de diez años.—Pero no puedo dejarla sola… ¡Me estás pidiendo algo imposible, mujer! —le dice Max desesperado.—Max… siéntate —le dice ella poniéndose firme y él le hace caso de inmediato—. Amelie es una joven inteligente, sabrá resolver su problema sin que tengas que ir hasta allá para hacerlo por ella. Además, se supone que para eso contrataste a un séquito.—Es que eso me preocupa más… —Max mira a Jamie, la niña rueda los ojos, toma sus cosas y se va de allí alegando que solo quería crecer para que los adultos hablaran
Entre él y la enfermera la ayudan a dar pasos lentos por la cabina, hasta que el piloto les anuncia que ya están por aterrizar.Max la sienta en el puesto más cercano, le coloca el cinturón y se sienta a su lado, tomándole la mano con fuerza.—Estas niñas ya quiere salir… y tú sin ponerles nombre aún.—Ya lo haré, me importa primero llevarte a un hospital para que te atiendan.En cuanto se abre la puerta del avión, entra un equipo médico, la enfermera les da todos los detalles del viaje, de los signos vitales y de la condición de Giselle. La ayudan a bajar con mucho cuidado, al final de la escalera hay una camilla esperando por ella, en donde Max la deja sin ningún esfuerzo.—¡Patán, no me dejes sola, por favor… no nos dejes! —le dice ella sin querer soltar su mano.—No, bonita, no las dejar&eacu
Max y Giselle caminan sin preocupaciones por las calles de Berlín, sin que la gente sepa de quienes se trata, allí solo son dos personas que se aman, que van de la mano y a veces se besan para demostrarse amor.Esa luna de miel ha sido magnífica, sin nada que los preocupe y los atormente. Al fin son felices, esperando a sus gemelas y planificando su nacimiento.—¿Ya te decidiste esposa mía dónde las quieres tener? —le pregunta Max, mientras la abraza frente a la Puerta de Brandeburgo.—Creo que en casa, es más sencillo que los dos vayamos a casa a que todos vengan aquí.—Ese corazón enorme, que no deja de pensar en los demás… a casa de regreso entonces.La verdad era que Giselle no quería estar allí más tiempo, extrañaba su hogar, su familia, a Ferny y también el aire costeño. Era cierto que podían ir
Max la ve y sonríe, porque supo perfectamente que ella no quería una fiesta convencional, una boda de la típica princesa.No, esa era la boda de una mujer que estaba dispuesta a iniciar de cero con él, que al fin podría ser ella misma, sin esperar la aprobación de los demás.Los dos se miran con sorpresa, porque Giselle no se esperaba a Max vestido así.—Yo quiero ese rastreador en el auto de Lucy —le dice Evan a Kevin en un susurro y Max susurra lo mismo.Embobados, así están los tres, mientras la novia se acerca cada vez más.Cuando llegan frente a Max, Phil le da la mano de Giselle, pero no la suelta.—Te entrego uno de mis más preciados tesoros… a Kevin no tuve que hacerle la advertencia, porque me imaginé que Lilly ya le había dejado claro que no es cosa seria y que tendría muchos problema de meter la pata &m
Las discusiones acerca de dónde sería la boda se extendieron por varios días.Todo estaba listo, pero entre Lucy y Phil no paraban de discutir que en su mansión la boda se celebraría mejor. Hasta que en un almuerzo en la casa de Max, vio la cara de Giselle, que se notaba algo preocupada por eso y decidió callar a ambos padres, les dijo que la boda sería en su propia casa y que no se admitía discusión.Luego de eso, todo había sido absolutamente sencillo.Y por fin el día llegó.El amanecer llega con Max sentado en la cocina, solitario, porque Giselle se fue a casa de Phil hace dos días para ajustar el vestido y otras cosas. Por supuesto, ninguno había dormido, pero era más por los nervios que por otra cosa.Max temía que Giselle se arrepintiera a último minuto, Giselle temía que Max también… en especial porque
Giselle entra al hospital sola, porque su padre fue a la oficina para ver cómo van las cosas y los demás ya deben estar allí, pero cuando llega, se da cuenta que no ha llegado aún.Han pasado dos días, ese día esperan a que el doctor les dé un reporte más detallado del estado de Max y, por supuesto, esperan a que sea alentador.Se encuentra con la enfermera que les ha dado noticias, la mujer se acerca y le hace un guiño.—Hablé con el doctor, la dejará entrar para verlo cinco minutos y a la madre también.—Ella no ha llegado aún…—La haré pasar cuando lo haga, vamos.Giselle se deja guiar otra vez, el mismo procedimiento del otro día y se van a la sala. Se le estruja el corazón, de verlo en aquella cama, pálido y sin moverse. La enfermera se queda a un lado y Giselle se acerca con una sonrisa, deja u
Último capítulo