TANYA RHODES
Todo pasó tan rápido y a la vez tan lento. Desperté entre esas sábanas blancas. No había otra habitación para mí y no era necesaria. Ya me había acostumbrado a dormir a su lado, envuelta en su esencia, soñando con él, pero descubriéndome sola al abrir los ojos.
Salió del baño con una sonrisa, empujando su silla, con una toalla en la cintura, dejándome ver su torso musculoso y su piel tatuada.
En silencio nos preparamos para salir de la casa, sin olvidar todo lo que habíamos organizado la noche anterior. Estaba nerviosa, pero Viggo parecía en calma, como si no estuviera a punto de cambiar su vida. Me sorprendía el control que tenía sobre sí mismo.
—Todo saldrá bien —dije dentro del auto, posando mi mano sobre la suya, pensando que en el fondo tal vez estaba tan nervioso como yo. Él volteó lentamente, con una sonrisa dulce y mirada tierna.
—Pasará lo que tenga que pasar —respondió levantando mi mano hasta besarla. Su barba recortada cosquilleó en mi piel y logró ruboriza