NOAH THORNE
Sentado en una de las mesas más alejadas y con una botella de cerveza barata, vi a Vanessa acercarse a la mesa de apuestas. Abrieron una caja de acero, contaron una buena cantidad de billetes, la misma que le entregaron. Con un leve asentimiento Vanessa se alejó de ahí, al principio con la frente en alto y la postura de una ganadora, pero con cada paso que daba, el cansancio la aplastaba.
Atravesó una puerta, desapareciendo de mi vista, entonces me levanté de la mesa, dejé un par de billetes, más de lo que el servicio y el alcohol de pésima calidad merecían, y fui en su búsqueda. Eché un vistazo alrededor antes de querer empujar la puerta, pero una suave mano me detuvo, era una de las meseras.
—¿A dónde con tanta prisa? —preguntó arqueando una ceja—. Son los vestidores de las meseras. No puedes entrar.
—La chica que acaba de entrar… —susurré intentando armar una excusa convincente—, ella es mi novia y quería darle una sorpresa.
—¡¿Vanessa?! —exclamó sorprendida y volteó