NOAH THORNE
No había dejado de darle vueltas a los rumores. ¿En verdad Vanessa, con esa estatura y apariencia de pulga gruñona, peleaba en jaulas clandestinas? No pude evitar sonreír divertido, por lo absurdo de la idea, pero de tan solo pensar en cómo había golpeado a Maxine y sus amigas, hacía que la pequeña duda de que todo fuera verdad me incomodara.
—¡Te lo juro! —soltó Maxine desesperada, mientras estacionaba del otro lado de la calle, frente a un bar de mala muerte que parecía ser frecuentado por motociclistas. Tipos tatuados, barbones y con barrigas pendulosas. Podía apostar a que olían a grasa para auto, tabaco y alcohol barato.
—¿Cómo puedes estar segura si nunca has entrado a este lugar? —pregunté arqueando una ceja, entonces ella cerró la boca, entendiendo que yo tenía razón, aún así salimos del auto y nos acercamos al lugar, tenía que comprobarlo.
—¿Esto significa que me vas a perdonar? Si Vanessa se encuentra dentro, peleando como un animal, entonces… —Levanté una mano