TANYA RHODES
Paulina nos acompañó hasta el elevador del edificio, parecía tan compasiva, al nivel de su belleza. Cuando llegamos a la recepción, Vanessa salió corriendo para decirle las buenas nuevas a Richie, mientras que yo me mantuve al lado de Paulina, aún con dudas en mi cabeza.
—Dijiste que un hijo es una bendición… —susurré volteando hacia ella, era incluso más alta que yo, parecía una modelo y no una abogada—. Si es así, ¿por qué no quieres que Noah sepa de ti? ¿Por qué no quieres acercarte a él?
Soltó un suspiro que pretendía suavizar la tensión de su rostro. Con ojos angustiados, volteó hacia mí y me tomó por los hombros.