NOAH THORNE
Escuché gritos que provenían del mismo pasillo donde estaba la habitación de la madre de Tanya. Esperé a que se diluyeran, que fuera solo una falsa alarma, pero estos se mantuvieron por más tiempo del que esperaba.
Resoplé con fastidio pensando en que la familia de Tanya era insoportable, de mal gusto y vulgar. Tanya se salvaba por muy poco de caer en el mismo saco, por lo menos no había mostrado los mismos comportamientos bizarros de su madre y padrastro, aún.
Me asomé al pasillo y entonces me encontré con ella, como si la hubiera invocado. Iba corriendo y chocó conmigo, no de una manera agradable y casual, azotó contra mí como un animal y me dio un cabezazo en la barbilla.
—¡Auch! —exclamó posando ambas manos en su coronilla, sobándose.
—¿Qué estás haciendo? ¡¿Por qué corres en los pasillos de un hospital?! —Estaba dispuesto a regañarla, pero me vio con esos ojos enormes y verdes y apoyó su índice sobre sus labios, pidiéndome silencio.
—Tenemos que huir —susurró como