TANYA RHODES
Me quedé sorprendida, con la mirada clavada en la puerta, sin saber muy bien qué decir.
—¿Ese es el mejor doctor que pudiste conseguir? —preguntó mi madre con reproche, torciendo los ojos.
—Es un buen médico. Ve, te salvó a ti y a la bebé —contesté volteando hacia ella, mientras mecía con ternura a mi hermanita.
—Será un buen médico, pero es una pésima persona. —Mi madre extendió las manos para que le regresara a la niña—. ¿Dónde está Fabián? ¿Por qué no está aquí?
Desvié la mirada mientras dejaba a la bebé en sus brazos. No podía esconder que me sentía muy incómoda.
—Tanya, responde —exigió con firmeza. Pensé que la explicación de Noah había sido clara. Se trataba de prioridades y cada uno sabía cómo acomodarlas—. ¡Tanya, responde!
—No está, se fue y no creo que regrese —contesté encogiéndome de hombros y torciendo la mirada.
—¿Y quién va a pagar todo esto? —preguntó preocupada, paseando la mirada por la habitación—. De seguro debe de estar buscando la manera de conseg