NOAH THORNE
Todo el camino Tanya fue en completo silencio, pero con una sonrisa que le iluminaba la mirada. Cuando sus labios amenazaban con estirarse aún más, los apretaba, como si creyera que tenía que contener su felicidad.
Lo mismo ocurrió del estacionamiento hacia la entrada del hospital, no dejaba de sonreír, no dejaba de pasear su mirada soñadora por el lugar.
—Thorne… ¿viniste a ver a tu paciente? —Se nos acercó la doctora Johnson, con la misma mirada provocativa que me había ofrecido en el vestidor, dejando en claro y de manera indirecta que estaba disponible para una escapada rápida a su consultorio.
Acarició mi brazo y sonrió de esa manera coqueta mientras se mordía el labio, para hacer un poco más obvio lo que para mí ya lo era. En vez de contestarle, en vez de acompañarla y perdernos juntos como tantas otras veces lo había hecho antes, volteé hacia Tanya y toda la lujuria se me cayó a los pies.
Nos veía con esa sonrisa inocente y cargada de brillo. Sus enormes ojos ver