NOAH THORNE
Llevaron a Vanessa a una habitación de cuidados intensivos. La bolsa con mi sangre ya colgaba del portasueros, nutriendo sus venas. Ella estaba tan pálida y ojerosa que me rompía el corazón verla. Me senté a su lado una vez que el movimiento en la habitación cesó y nos dejaron a solas. Tomé su mano, envolviéndola entre las mías, se sentía fría y no me apretaba.
Saqué el anillo del bolsillo de mi filipina y lo limpié antes de devolverlo a su dedo y besar su mano con ternura.
—Tal vez deberías de regresar a casa a descansar —dijo mi padre entrando a la habitación, como una sombra silenciosa—. Más de seis horas de cirugía y te sacaron casi un litro de sangre, me sorprende que sigas consciente.
—No necesito descansar… Necesito quedarme con ella —susurré sin apartar la mirada de Vanessa.
—Ella te necesita fuerte —contestó encogiéndose de hombros. Sabía que presionarme no era una opción, pero convencerme sonaba difícil—. Tanya o yo podemos quedarnos. No se quedará sola.
—Im