NOAH THORNE
Vanessa esparció el bicarbonato en mi brazo, contrarrestando de esa manera el efecto del ácido en mi piel. La quemadura química dejaría una cicatriz horrible.
—¿Te duele mucho? ¿Estás bien? —preguntó Vanessa levantando su atención hacia mí, posando su mano en mi mejilla con gentileza.
—¿Tú estás bien? —respondí buscando en su rostro la respuesta. Su vestido tenía algunas marcas, pero parecía que el ácido no había alcanzado su piel.
Me había hecho una promesa silenciosa. No dejaría que su cuerpo albergara ninguna cicatriz más, aunque eso significaba que el mío se llenara de ellas.
—No tuviste que hacer eso —susurró con tristeza. Con cuidado me llevó hasta la habitación, abrazando mi torso—. Ve cómo te quedó el brazo.
—¿Y permitir que te quemaran? —pregunté indignado, sintiendo como la rabia estaba bullendo dentro de mí—. No era mi intención que atentaran contra ti de esa manera, no pensé que llegarían tan lejos.
Con cuidado me ayudó a sentarme en el borde de la cama, aun