TANYA RHODES
—Noah… Si no puedes controlarte, entonces date un baño de agua fría —dijo Viggo acercándose con el ceño fruncido—. ¿No has lastimado lo suficiente a Tanya? ¿Quieres herirla aún más?
Las palabras de Viggo fueron suficiente para que Noah me soltara y le dedicara una mirada cargada de rencor.
—Suficiente —solté tomando el rostro de Noah y obligándolo a verme a mí—. Basta, no hagas esto. Por favor. Estás ebrio, no hagas nada de lo que te vayas a arrepentir.
Me asomé por un costado, viendo a la chica que se mantenía de brazos cruzados, mirando con apatía todo. Me acerqué a ella intentando no mostrarme amenazante.
—Entenderás que no es un buen momento, ¿puedes retirarte? El chofer te llevará sana y salva a tu casa —dije con voz calmada, sin intenciones de comenzar un conflicto, pero la chica no parecía tener ganas de ceder.
—¿Estás bromeando? —preguntó indignada viéndome de pies a cabeza con desprecio—. ¿Sabes cuánto tiempo he esperado que Noah me invite a pasar la noche? N