El CEO de Hielo y Mi Contrato de Matrimonio

El CEO de Hielo y Mi Contrato de Matrimonio ES

Romance
Última actualización: 2025-08-10
AutoraIndependiente  Recién actualizado
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Resumen
Índice

Ava Miller no tenía nada. Una traición familiar la dejó a merced de deudas imposibles, y la desesperación era su única compañía. Pero una noche, un trato con el diablo se presentó en forma de un contrato de matrimonio con Alexander Volkov. Frío, implacable y con un imperio de hielo, el enigmático CEO necesitaba una esposa para cerrar un acuerdo empresarial crucial. Ava, solo una pieza en su ajedrez de poder, se vendió a la única salida que le quedaba.Lo que no sabía es que su firma no solo la ataría a Volkov, sino que también la vincularía al secreto más oscuro de su pasado. El mismo día del contrato, Ava descubre una fotografía antigua en los documentos de Alexander: una imagen de ella de niña junto a su padre, un hombre que se creía muerto. Un escalofrío le recorre la espalda; su padre está vivo, y Alexander es la clave para encontrarlo. A medida que se sumerge en el opulento mundo de Volkov, la tensión entre ellos se convierte en una peligrosa danza de atracción. Los secretos familiares y las rivalidades corporativas los acechan, pero el verdadero peligro no está en los negocios, sino en las mentiras que los unen. ¿Qué conexión tiene Alexander con la desaparición del padre de Ava? ¿Y qué pasará cuando el CEO se dé cuenta de que la mujer que se casó por dinero también es la hija del hombre que él creía haber perdido para siempre? ¿Podrá Ava desenterrar la verdad sin que el frío matrimonio de negocios se convierta en una trampa mortal?

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Capítulo 1

Capítulo 1: El Eco de una Traición y un Corazón Roto

Capítulo 1: El Eco de una Traición y un Corazón Roto

El viejo reloj de roble, testigo mudo de tres generaciones de los Miller, dejó escapar un lamento ahogado en el silencio opresivo de la casa. No era un simple tic-tac, era el sonido del tiempo agotándose. En su escritorio, Ava Miller no lo oía. Sus dedos temblaban sobre el teclado, no de frío, sino de un pánico gélido que se le instalaba en los huesos, un eco del último correo que había abierto.

"LA VENTA DEL INMUEBLE SE EJECUTARÁ EN UN PLAZO NO MAYOR A SIETE DÍAS SI NO SE LIQUIDA LA DEUDA PENDIENTE. LAMENTAMOS INFORMAR QUE NO HAY MÁS RECURSOS LEGALES DISPONIBLES."

Siete días. La frase se repetía en su mente como un mantra de desesperación. Siete días para que el último rastro de su familia, la casa donde creció y creyó en un futuro, fuera arrebatado. Las lágrimas se le habían secado hace semanas, junto con la indignación y la incredulidad. Ahora solo quedaba un vacío punzante, una

resignación amarga que le apretaba el pecho hasta dolerle.

Todo se había desmoronado con una crueldad silenciosa. La vida de aparente seguridad, los veranos en la costa, las cenas ruidosas, todo había sido una mentira. Su tío, el hombre que le había prometido el mundo, había sido la serpiente en el paraíso. Con una sonrisa afable, había desangrado el patrimonio familiar, hipotecando propiedades y fugándose con cada céntimo. Dejó tras de sí un apellido manchado, una montaña de deudas y la vergüenza de haber confiado en la persona equivocada.

Ava, con sus veinticinco años, se sentía ingenua, estúpida. Se levantó con las piernas entumecidas y caminó hasta la ventana. Los viejos árboles que su abuelo había plantado se erguían ahora como fantasmas, testigos de la tragedia. La calle, antes llena de vida, le devolvía un eco de su propia miseria. Los acreedores llamaban a todas horas, sus voces cargadas de amenazas que la hacían encogerse de miedo. En el pueblo, las miradas ya no eran de afecto, sino de una lástima silenciosa que la humillaba hasta la médula.

Deseaba desaparecer. Pero su deber la mantenía anclada a la realidad. En los últimos meses había intentado todo lo imaginable. Trabajaba hasta el agotamiento en la cafetería local, pero el sueldo apenas alcanzaba para lo básico. Había intentado vender el antiguo piano de su abuela, el que sonaba tan desafinado pero tan lleno de recuerdos, solo para descubrir que su valor sentimental era su único valor real. La gente le daba la espalda, incapaz de arriesgar su propio dinero por la sobrina del hombre que había traicionado a todos. Su orgullo, su dignidad, se habían desmoronado con cada "no" y con cada puerta cerrada en su cara.

El peso de su fracaso era un manto opresivo. ¿Cómo podía haber permitido que esto pasara? ¿Cómo podía ser tan débil, tan inútil? El teléfono vibró sobre la mesa, un sonido discordante en el silencio. Era Lena, su mejor amiga. Ava dudó. Lena era un rayo de sol, y Ava se sentía incapaz de enfrentar su optimismo cuando su propio mundo era un abismo. Pero la imagen de la casa, de los recuerdos felices que se desvanecían, la obligó a responder.

— ¿Ava? Por favor, dime que has visto el correo. Es urgente. ¡Hay una solución! —La voz de Lena era un torbellino de nerviosismo.

—Lo vi, Lena. Siete días. No hay nada que hacer —dijo Ava, sintiendo el nudo en la garganta.

—No, Ava. ¡Hay una salida! Es sobre la tía Agatha. Te juro que es una locura, pero es lo único que nos queda —insistió Lena, ignorando su desesperanza.

Ava frunció el ceño. Las "soluciones locas" de Lena solían ser inofensivas. Pero en este punto, incluso una idea absurda sonaba mejor que la nada.

—¿De qué hablas, Lena? No tengo ánimos para tus ideas descabelladas.

—Escúchame. Mi tía Agatha trabaja para los Volkov. El imperio tecnológico. El CEO, Alexander Volkov necesita una esposa. Una esposa por contrato. Para un acuerdo de negocios crucial. Y necesitan que sea alguien con tu perfil: neutral, sin conexiones en su mundo. La tía Agatha pensó en ti y me dijo que te darían una suma que cubriría todas tus deudas. ¡Y más!.

El mundo de Ava se detuvo. Los Volkov. El nombre resonaba como un trueno. Alexander Volkov, el gélido CEO. Un hombre del que se rumoreaba era tan brillante como despiadado, tan inaccesible como el Everest. Había visto su rostro en las revistas: ojos de acero y una expresión impasible. Un hombre tan frío que se decía que su corazón era de piedra.

—Lena, estás loca. ¿Un matrimonio por contrato? ¿Con él? Ni siquiera lo conozco.

—Precisamente por eso. No hay emociones, no hay historia. Es un trato puro. Esta es nuestra única oportunidad. La oferta es por hoy. Si no, buscarán a otra.

El nudo en el estómago de Ava se volvió gélido. Su orgullo gritaba en protesta.Venderse.Un matrimonio por dinero. Pero ¿qué era su orgullo frente a la pérdida de su hogar? La imagen de sus padres, la memoria de su risa en esa sala, la inundó. No podía permitir que la casa se perdiera. No podía permitir que la traición de su tío fuera la última palabra.

—¿Cuándo es la reunión? —su voz era apenas un hilo, un susurro que confirmaba la muerte de una parte de sí misma.

—¡Ahora mismo! La tía Agatha te espera en la Torre Volkov en una hora. Por favor, Ava. Solo ve a escuchar. Por ti, por la casa.

Por la casa. Esa frase fue el ancla. Ese trozo de ladrillo, memoria y amor era lo único que la mantenía a flote.

Con manos temblorosas, Ava se puso un vestido negro sencillo, el único que le quedaba sin manchas, y se recogió el cabello en una cola de caballo. Al mirarse en el espejo, no reconoció a la mujer pálida que la miraba. No era la Ava de antes, sino un fantasma con la desesperación brillando en sus ojos.

El taxi la dejó frente a la imponente Torre Volkov. El edificio de cristal y acero se alzaba hacia el cielo como un monumento a la riqueza y el poder. Ava se sintió como un insecto insignificante. Tragó saliva y entró. El vestíbulo de mármol pulido la recibió con un lujo que la hacía sentir aún más pequeña.Una mujer con el uniforme inmaculado le indicó el camino. El ascensor subió con una suavidad vertiginosa, cada piso un paso más lejos de su antigua vida. Cuando las puertas se abrieron, una mujer de mediana edad, la tía Agatha, la recibió con una sonrisa nerviosa.

—Ava, querida. Gracias por venir. Sé que esto es inusual. El señor Volkov es un hombre de principios. Cuando tiene una necesidad, la resuelve de la manera más eficiente.

Justo en ese momento, la puerta de una oficina interior se abrió. Alexander Volkov salió. Su presencia llenó la habitación. Alto, elegante, con una presencia que era casi una fuerza de la naturaleza. Sus ojos, del color del acero pulido, escanearon a Ava, fríos y penetrantes. No había una pizca de emoción en su rostro. Era, en efecto, el CEO de hielo.Ava sintió un escalofrío que no tenía nada que ver con la temperatura. Se puso de pie por instinto, sintiéndose completamente expuesta bajo su mirada.

—Señorita Miller —su voz era profunda, resonante, sin inflexión—. Gracias por venir.

No era una pregunta, sino una afirmación. Se sentó frente a ella, entrelazando sus dedos sobre la mesa con un gesto calculador.

—He revisado su perfil. Sin antecedentes, familia con problemas económicos, sin conexiones relevantes. Su situación actual la hace adecuada para mi propuesta.

La palabra ADECUADA le dolió. No era una mujer con sentimientos, sino una pieza en su tablero.

—Seré directo. Necesito una esposa por seis meses para cumplir un requisito contractual. Cero dramas, cero emociones, cero complicaciones. A cambio, sus deudas serán saldadas y recibirá una suma considerable.

Sus ojos de acero se encontraron con los de Ava. —Incluye mudarse a mi residencia, mantener una fachada impecable en público y, sobre todo, no enamorarse de mí.

La última frase fue un latigazo. ¿Cómo podía él concebir que alguien pudiera enamorarse de esa máquina sin alma? La indignación le dio una chispa de fuego.

—¿Y usted, señor Volkov? —la voz de Ava, para su sorpresa, salió firme—. ¿Usted promete no enamorarse de mí?

Una sombra de algo —quizás asombro, quizás irritación— cruzó sus ojos. Fue tan rápido que Ava pensó haberlo imaginado. Un músculo de su mandíbula se tensó.

—Soy un hombre que separa los negocios de los sentimientos, señorita Miller. Le aseguro que ese no será un problema. ¿Acepta los términos, sí o no? El contrato ya está redactado.

Frente a ella, un grueso documento con la insignia de Volkov Corporation esperaba. Era la última esperanza. El corazón le latía con fuerza, un tambor desesperado. Miró el rostro impasible de Alexander, el futuro incierto que se abría ante ella y la desesperación de su presente.

—Acepto —susurró Ava, sintiendo cómo una parte de ella moría, y a la vez, una extraña sensación de alivio se instalaba. Acababa de vender su vida, pero salvó lo que más importaba. El CEO de hielo había ganado. Por ahora.

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Capítulo 1: El Eco de una Traición y un Corazón Roto
Capítulo 2: Las Reglas del Hielo y un Compromiso Impuesto
Capítulo 3: La Primera Cena y la Tensión Silenciosa
Capítulo 4: El Anuncio de la Farsa y la Máscara de la Perfección
Capítulo 5: El Primer Conflicto y el Fuego Oculto
Capítulo 6:La Sombra en la fotografía
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