18. SOLO NUESTRO
[FRANCESCO]
El viento en Londres es distinto a cualquier otro. No sopla, sino que corta.
Y esta mañana, en la terraza del hotel, corta también por dentro.
Sofía está sentada en uno de los bancos de piedra, envuelta en una chaqueta que no le pertenece —la mía, supongo. Tiene los brazos cruzados sobre el pecho, y la mirada fija en la ciudad que respira abajo.
Camino hacia ella sin hacer ruido.
Cuando se da cuenta de que estoy ahí, no sonríe.
Solo me hace un lugar a su lado.
Nos sentamos en silencio. El tipo de silencio que no incomoda, pero tampoco consuela.
Miro hacia el horizonte. Londres es una ciudad que no descansa, pero yo sí quisiera. Aunque solo fuera para olvidar por un rato.
—Gracias por venir —dice ella, después de un rato.
Asiento.
—No quería quedarme con todo esto adentro.
—Yo tampoco.
Silencio otra vez. Luego ella, bajito:
—¿Es peor saberlo todo... o seguir creyendo en la mentira?
No le respondo enseguida.
La pregunta no es solo suya. También es mía.
—Creo que duele más cu