120. SOLO AMOR
[SOFÍA]
El flash todavía me ciega cuando echo a correr. Siento el corazón golpeándome el pecho, las lágrimas nublándome la vista y los tacones traicionándome en cada paso. La música del salón suena distante, como si el mundo se hubiera apagado detrás de mí. Solo escucho mi respiración y ese zumbido agudo que me deja el estallido de la cámara.
Cruzo el pasillo, esquivo a la gente, no veo rostros, solo luces, ruido, confusión. Las manos me tiemblan. Mi mente repite una sola frase, una y otra vez, como un eco cruel:
Ahora sí, todo terminó.
Cuando por fin llego al vestíbulo del hotel, me detengo. Apoyo las manos en una columna y trato de respirar. El aire está pesado, denso, cargado de perfume y electricidad. Miro mi reflejo en el vidrio de una de las puertas: los ojos hinchados, el maquillaje corrido, el pecho subiendo y bajando como si hubiera corrido una maratón. No soy la mujer que llegó a esta gala. Soy la mujer que otra vez lo pierde todo.
Saco mi teléfono del bolso. No hay mensajes