Eva Davies.
Es… imposible.
Nikolaus había entrado en la casa apenas unos instantes antes para ir en busca de una manta con la que cubrir a Niklaus. Todo marcha tan bien…
Marcus Royce, reducido a sus propias amenazas, cumple su libertad condicional mientras espera un juicio que, inevitablemente, perderá frente a mi futuro esposo. La finca en Baden ya es oficialmente nuestra, y yo misma superviso la remodelación a distancia, de la mano de Terrence y Adric desde Alemania. Hasta las vacaciones, aunque breves, nos han devuelto la calma y el respiro que tanto necesitábamos.
Desciendo del vehículo con mi hijo somnoliento entre los brazos, dispuesto a acomodarlo sobre mi hombro. Entonces lo escucho: pasos apresurados detrás de mí, un ritmo que rompe la quietud de la noche. Una mano firme me toma del brazo. Estoy tan ensimismada en las cosas buenas que llenan mi presente que, por un instante ingenuo, giro con una sonrisa esperando encontrar los ojos azules de Nikolaus.
Pero no es él.
Mi coraz