Enjaulada entre sus brazos.
Tan pronto el auto se detuvo frente a la residencia O’Brien, Aitana se desmontó sin esperar a que el conductor le abriera la puerta. Bajó de golpe, con movimientos secos.
Estaba súper furiosa, y solo había accedido a volver con Jax para evitar que él siguiera con la suposición de que ella intervendría en el resultado de la prueba de ADN.
Jax descendió del auto con una calma irritante y la siguió, notando que ella parecía echar humo.
Pero más furioso estaba él consigo mismo, ya que no entendía por qué terminaba siendo el provocado cuando, en teoría, era quien debía convertir la vida de Aitana en un infierno. Sin embargo, verla durante todo el trayecto indiferente, sin dirigirle la palabra ni mirarlo siquiera, lo había encendido de sobremanera. Aquella frialdad lo desquiciaba más que cualquier reproche, cuando no debía importarle.
Aitana tocó el timbre con un golpe seco.
—Buenas noches —dijo con cortesía a la ama de llaves que le abrió la puerta, a la cual había visto dos veces, contand